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viernes, 15 de noviembre de 2013

Encuentran el que podría ser el resto de vida más antiguo de la Tierra.

Por Yaiza Martínez.

Investigadores estadounidenses han descubierto los restos bien conservados de un ecosistema microbiano complejo en rocas sedimentarias australianas, de unos 3.500 millones de años de antigüedad. Según ellos, el hallazgo situaría la emergencia de la vida en la Tierra 300 millones de años antes de lo hasta ahora establecido. El descubrimiento tiene una importancia añadida porque, por extraño que parezca, podría ayudar a encontrar vida en otros planetas.


Determinar en qué momento apareció la vida en la Tierra supone todo un reto para la ciencia porque las rocas sedimentarias terrestres más antiguas, en las que podrían hallarse evidencias a este respecto, no sólo son poco comunes, sino que además suelen estar alteradas por los procesos hidrotermales y tectónicos que la Tierra ha sufrido a lo largo de su historia. 

A pesar de esta dificultad, Nora Noffke y Robert Hazen, investigadores de la Carnegie Institution for Science de Estados Unidos, han encontrado una importante pista: los restos bien conservados de un ecosistema microbiano complejo presentes en una serie de rocas sedimentarias de unos 3.500 millones de años de antigüedad. 

El hallazgo, realizado en Australia y detallado en la revista Astrobiology, quizá constituya la evidencia más antigua de vida en la Tierra, publica la Carnegie Institution en un comunicado. 

El lugar del descubrimiento 

En general, las rocas sedimentarias son aquéllas que se forman por acumulación de sedimentos, que a su vez son partículas de diversos tamaños transportadas por el hielo, el agua o el aire y que, tras ser sometidas a procesos físicos y químicos, dan lugar a materiales más o menos consolidados. 

Las rocas sedimentarias del hallazgo se encontraban en el distrito de Pilbara, que es una de las nueve regiones del estado de Australia Occidental. Pilbara, conocida por sus vastos depósitos minerales, está entre las áreas geológicas más analizadas para tratar de comprender la evolución temprana de la vida. 

Los restos encontrados, unas estructuras sedimentarias inducidas por actividad microbiana (ESIAM o MISS, por sus siglas en inglés) estaban más concretamente en una formación rocosa conocida como Formación Dresser, situada al oeste de la ciudad de Pilbara Marble Bar.

En qué consiste el hallazgo 

En un artículo publicado por el medio australiano ABC, los científicos explican que lo que han encontrado son cinco microfósiles de bacterias y estromatolitos (estructuras estratificadas similares a montículos creadas por antiguas bacterias fotosintéticas). El origen biológico de las muestras se determinó a través de análisis químicos avanzados. 

Todos los restos eran algo más antiguos que otros restos de formas de vida primitivas encontrados, y situarían la emergencia de la vida en la Tierra 300 millones de años antes de lo hasta ahora establecido. 

Las rocas sedimentarias que los contenían se habrían mantenido en un entorno muy estable durante una cantidad de tiempo increíblemente larga, por lo que probablemente sean las rocas sedimentarias más antiguas y mejor preservadas del planeta, aseguran los investigadores. 

De hecho, los fósiles de la Formación Dresser se parecen mucho en forma y estado de conservación a otros de varias muestras de rocas de ecosistemas de alrededor de 2.900 millones de años, encontradas por Noffke y sus colaboradores en Sudáfrica. 

Aunque ya se habían hallado rocas sedimentarias más antiguas que las de Pilbara, por ejemplo en Groenlandia, todas están demasiado deformadas como para poder observar su estructura original y determinar si quedan en ellas o no restos de vida. 

Una ciudad bacteriana 

El equipo propone que las estructuras sedimentarias inducidas por actividad microbiana o ESIAM halladas surgieron de las interacciones de colonias bacterianas con sedimentos costeros de la región. 

Cuando esas bacterias vivieron, fueron interactuando con los sedimentos de su entorno y creando pequeñas comunidades en las que podían sobrevivir mejor a un ambiente que debió ser altamente hostil. 

Según explican los investigadores en ABC: las bacterias habrían creado entonces casi una “ciudad microbiana”, en la que se intercomunicaban para ayudarse y en la que trabajaban para hacer más estable su entorno, facilitando así la supervivencia individual y grupal. 

Del pasado de la Tierra al espacio 

El descubrimiento realizado en Australia tiene relevancia, además de para el conocimiento de la historia de la vida en la Tierra, para la astrobiología‎, una rama de las ciencias biológicas que combina astrofísica, biología y geología para el estudio de la existencia, origen o presencia de la vida en el conjunto del Universo. 

Las antiquísimas ESIAM terrestres demuestran que las bacterias pueden sobrevivir en entornos tan extremos como fue el de la Tierra hace miles de millones de años. Por esa razón, formaciones similares están entre los objetivos, por ejemplo, de los robots enviados a Marte para determinar si, en algún momento, el planeta rojo tuvo vida, a pesar de sus condiciones. 

Otros ejemplos terrestres que han indicado direcciones de búsqueda de vida extraterrestre a los astrobiólogos han sido el ambiente helado y sulfuroso del Ártico; el supuestamente inhabitable lago Vostok de Rusia o el desierto de Atacama. En todos ellos, los microorganismos han conseguido sobrevivir contra todo pronóstico.

Referencia: 
  • Nora Noffke, Daniel Christian, David Wacey, Robert M. Hazen. Microbially Induced Sedimentary Structures Recording an Ancient Ecosystem in theca.3.48 Billion-Year-Old Dresser Formation, Pilbara, Western Australia. Astrobiology (2013). DOI:10.1089/ast.2013.1030.


[Fuente]

martes, 5 de noviembre de 2013

Obdurodon tharalkooschild, un ornitorrinco gigante que habitaba Australia hace entre 15 y 5 millones de años.

Hasta el momento, el registro fósil indicaba que el linaje del ornitorrinco era único, con una sola especie en cualquier época de su existencia. Esta imagen ha cambiado con la publicación de un estudio esta semana en el Journal of Vertebrate Paleontology que describe una nueva especie de ornitorrinco gigante extinto, una rama desconocida del árbol genealógico de estos animales, que tendría dos veces el tamaño de los actuales.

Reconstrucción de la especie Obdurodon tharalkooschild. / Peter Schouten.

Ningún mamífero vivo es más peculiar que el ornitorrinco. Cuenta con un amplio pico como el de un pato, piel gruesa como la de una nutria, y patas palmeadas como las de un castor. Asimismo, es un animal monotrema –ya que pone huevos en lugar de dar a luz a crías vivas–, su hocico está cubierto con electrorreceptores que detectan presas bajo el agua, y los machos tienen un espolón venenoso en su pata trasera.

Hasta ahora se conocía tan solo un linaje de esta especie única. Sin embargo, un equipo internacional de investigadores describe, en el último número de la revista Journal of Vertebrate Paleontology, una nueva especie de este animal. Se trata del denominado Obdurodon tharalkooschild, cuyo descubrimiento se basa en un solo diente hallado en el famoso sitio de fósiles Riversleigh, inscrito como Patrimonio de la Humanidad en 1994 y ubicado en el noroeste de Queensland (Australia).

"Los monotremas son el último vestigio de una antigua radiación de los mamíferos de los continentes del sur. Esta nueva especie es una ayuda muy importante en el desarrollo de la comprensión acerca de estos fascinantes mamíferos", asegura Rebecca Pian, autora principal del estudio.

Basándose en el tamaño del diente encontrado, se estima que esta especie extinta habría tenido casi un metro de largo, dos veces el tamaño de los ornitorrincos modernos. Los bultos y surcos en los dientes también proporcionan pistas sobre lo que probablemente comía esta especie.

Ornitorrincos con dientes muy desarrollados

"Al igual que otros ornitorrincos, probablemente era un mamífero mayoritariamente acuático, y habría vivido en y alrededor de las piscinas de agua dulce de los bosques que cubrían la zona Riversleigh hace millones de años", explica Suzanne de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y coautora del estudio. "Obdurodon tharalkooschild era un ornitorrinco gitante con dientes bien desarrollados, que probablemente se alimentara no solo de cangrejos y otros crustáceos de agua dulce, sino también de pequeños vertebrados, incluyendo peces pulmonados, ranas y tortugas pequeñas que se conservaron en el mismo yacimiento".

Por otro lado, mientras que muchos de los depósitos fósiles de Riversleigh se han fechado radiométricamente, la edad precisa del lugar donde se produjo este descubrimiento sigue en duda, y se enmarcaría entre hace 15 y 5 millones de años.

Los fósiles más antiguos de ornitorrinco provenían de rocas de 61 millones de años de antigüedad, halladas en el sur de Sudamérica. Asimismo, se conocían pequeños fósiles de ornitorrinco en Australia en lo que hoy es el desierto de Simpson.

“Antes del descubrimiento de l Obdurodon tharalkooschild, estos fósiles sugerían que los ornitorrincos se hicieron más pequeños y redujeron el tamaño de sus dientes con el tiempo. El ornitorrinco moderno carece por completo de dientes en la edad adulta, y en su lugar tiene láminas córneas en su boca”, apunta la investigación.

El nombre Obdurodon viene del griego 'diente permanente' y fue acuñado para distinguir los ornitorrincos con dentadura extintos de los modernos.

"El descubrimiento de esta nueva especie fue una sorpresa para nosotros, porque antes de esto, el registro fósil sugiere que el árbol evolutivo de los ornitorrincos era uno y relativamente lineal", señala Michael Archer, científico también de la Universidad de Nueva Gales del Sur y otro de los coautores del trabajo. "Ahora sabemos que había ramas no previstas en este árbol, algunas de las cuales dieron lugar a especies gigantes".

Referencia

Pian, R., M. Archer, and S.J. Hand. 2013. “A new, giant platypus, Obdurodon tharalkooschild, sp. nov. (Monotremata, Ornithorhynchidae), from the Riversleigh World Heritage Area, Australia”. Journal of Vertebrate Paleontology 33(6):1-5.

[Fuente]