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viernes, 8 de noviembre de 2013

Formación del caparazón de las tortugas.

Un estudio reciente apunta que el desarrollo de esta estructura se deriva del esqueleto interno, no de células cutáneas, como otras hipótesis apuntan.


La tortuga es un animal envuelto en el misterio. Cocodrilos y armadillos se blindan con un exoesqueleto de placas óseas, pero la tortuga va un paso más allá y desarrolla un caparazón que se ancla a la caja torácica y la columna vertebral. El caparazón forma, por tanto, parte de su esqueleto interno. No se conoce con claridad el modo en que el embrión de tortuga construye su fortaleza, una rasgo único entre los vertebrados. Sin embargo, dos ideas enfrentadas están intentando explicar este gran rompecabezas evolutivo.

Hasta hace poco, muchos biólogos pensaban que el caparazón de la tortuga se formaba a partir de células cutáneas adyacentes a las costillas, que se transformarían en hueso en el curso del desarrollo. Pero un estudio reciente liderado por investigadores del Centro Riken de Biología del Desarrollo, en Japón, ofrece una nueva visión, según la cual el caparazón tendría su origen en el esqueleto interno del animal. El trabajo se basa en un análisis comparativo de embriones de pollo, cocodrilo y tortugas de caparazón blando (en estas el caparazón se forma como una prolongación de los propios huesos).

Los investigadores siguieron con detalle el desarrollo de las membranas, los tejidos conjuntivos, las capas cutáneas y el tejido óseo en cada etapa del desarrollo embrionario de tortugas de caparazón blando. Estas especies poseen la mayoría de la subestructura ósea del caparazón, pero este se halla cubierto de tejido blando, no de escudos óseos.

Los autores informaron que las costillas de las tortugas se alargan y luego se ensanchan en sus extremos, en forma de cuchara. Sin embargo, el crecimiento de la costilla no alcanza la dermis. En ese momento, una capa externa de hueso llamada periostio envía células óseas para construir las capas externas de la parte dorsal. El trabajo sugiere, por tanto, que el caparazón procede del esqueleto interno, sin contribución de la piel o del exoesqueleto.

Investigadores de otros centros opinan que ambas teorías podrían estar en lo cierto. Mientras en algunas especies de tortuga las células dérmicas que rodean las costillas se osificarían mediante la acción de ciertas proteínas, en otras la formación del caparazón dependería del crecimiento de los huesos. Varios expertos coinciden en que los estudios de otras especies pueden ayudar a aclarar en que difieren las tortugas de caparazón blando de las de caparazón duro y qué aspectos del desarrollo de esa estructura son comunes a todas las tortugas.

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Planeta protegido

¿Es razonable preocuparse tanto por que los microorganismos terrestres pisen suelo marciano?


¿Necesita Marte protección contra nuestros microbios? Hasta ahora siempre se había pensado que sí. No en vano, los tratados de las Naciones Unidas sobre el uso del espacio exterior instan a los Estados a evitar «la contaminación dañina del espacio y los cuerpos celestes».

Algunos investigadores, sin embargo, discrepan de lo que consideran un celo excesivo. Argumentan que el planeta rojo bien podría arreglárselas solo sin necesidad de una normativa demasiado estricta que, en su opinión, obstaculiza numerosas investigaciones. Según Alberto G. Fairén, astrobiólogo de la Universidad Cornell, el coste de algunas misiones dedicadas a buscar vida «podría fácilmente llegar a doblarse como consecuencia de las prácticas de protección planetaria».

En un artículo publicado este verano en la revista Nature Geoscience, Fairén y Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad de Washington, sostenían que las precauciones actuales no compensan el esfuerzo ni el gasto que suponen. A fin de cuentas, es probable que a Marte ya hayan llegado bacterias terrestres, bien a bordo de antiguos meteoritos o, más recientemente, en las sondas Viking, de la NASA. Además, si en Marte existiese cualquier forma de vida autóctona, esta se impondría con facilidad a los microbios invasores, no adaptados al entorno marciano.

Con todo, parece poco probable que la NASA cambie su forma de actuar. Catharine Conley, la responsable de protección planetaria de la agencia, lo explica así: «Para estudiar la vida en otros planetas debemos asegurarnos de que no estamos llevando material terrestre con nosotros». De otro modo, señala, se corre el riesgo de confundir los «polizones» con la vida alienígena.

El predecesor de Conley en la NASA, John Rummel, apunta que tanto las simulaciones como los experimentos sugieren que las bacterias procedentes de la Tierra sí podrían sobrevivir en Marte. «No conocemos todo lo que pueden llegar a hacer los organismos terrestres», concluye.

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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Lythronax argestes, nuevo dinosaurio del arbol familiar del T-Rex.



Científicos han descubierto nueva especie de tiranosaurio en el Monumento Nacional de Grand Staircase-Escalante (GSENM), que abarca 1,9 millones de hectáreas de terreno alto desierto en el centro-sur de Utah, en Estados Unidos. El enorme carnívoro habitó Laramidia, una masa de tierra formada en la costa occidental en un mar poco profundo que inundó la región central de América del Norte, aislando las porciones oriental y occidental del continente durante millones de años durante el Cretácico Tardío, entre hace 95 y 70 millones de años.


El dinosaurio recién descubierto, que pertenece a la misma rama evolutiva que el famoso 'Tyrannosaurus rex', se anunció este miércoles en la revista de acceso abierto 'Plos One' y dio a conocer en una exhibición en la 'Worlds Gallery' del Museo de Historia Natural de Utah, en el centro de Rio Tinto, en Salt Lake City, Utah.

Entre los tiranosauros, un grupo con cuerpos desde pequeños a grandes, bípedos carnívoros como el 'T. Rex' que vivieron durante los períodos Jurásico y Cretácico, están la especie recién descubierta, 'Lythronax Argestes', que posee varias características únicas, como un corto y estrecho hocico, con una amplia parte de atrás del cráneo con los ojos orientados hacia adelante. Lythronax se traduce como "el rey de la sangre" y 'Argestes' se refiere a su ubicación geográfica en el suroeste de Estados Unidos.

Anteriormente, los paleontólogos pensaban que este tipo de tiranosaurio de gran cráneo sólo aparecieron hace 70 millones de años, pero el Lythronax muestra que había evolucionado al menos 10 millones de años antes, como muestra el estudio, financiado en gran parte por la Oficina de Administración de Tierras y la Fundación Nacional de Ciencias y dirigido por el doctor Mark Loewen, investigador asociado en el Museo de Historia Natural de Utah, y profesor adjunto en el Departamento de Geología y Geofísica de la Universidad de Utah.

El Lythronax vivió en Laramidia, a lo largo de la costa occidental de la gran ruta marítima que separa América del Norte, una masa de tierra que fue anfitriona de una gran variedad de especies de dinosaurios únicos y sirvió como crisol de la evolución de los grupos de dinosaurios emblemáticos como los dinosaurios cornudos. Este estudio también indica que los dinosaurios tiranosáuridos (el grupo de tiranosaurios que incluye al 'T. Rex') probablemente evolucionaron en aislamiento en la isla continente.

Lythronax destaca entre sus contemporáneos por tener un cráneo mucho más amplio en la parte de los ojos y un hocico corto y estrecho, similar a su pariente el 'T. Rex', que vivió entre 10 y 12 millones de años más tarde. El doctor Mark Loewen, autor principal del estudio, explica: "La anchura de la parte posterior del cráneo de Lythronax le permitió ver con un campo de superposición de vista, lo que le proporciona una visión binocular, muy útil para un depredador y una condición que asociamos con el 'T. rex".


Los paleontólogos han determinado recientemente que los dinosaurios del sur de Laramidia (Utah, Nuevo México, Texas y México), a pesar de que pertenecen a los mismos grupos importante, difieren a nivel de especie de las del norte de Laramidia (Montana, Wyoming, las Dakotas y Canadá). Lythronax y sus familiares tiranosáuridos en el sur de Laramidia están más estrechamente relacionados entre sí que los de hocico largo del norte de Laramidia.

Lythronax puede demostrar que los tiranosaurios siguieron un patrón similar a lo que vemos en otros dinosaurios a partir de esta edad, con diferentes especies viviendo en el norte y el sur al mismo tiempo", argumentó otro de los autores del estudio, el doctor Joseph Sertich, del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, Estados Unidos. Estos patrones de distribución de los dinosaurios a través de Laramidia llevan a preguntarse qué pudo haber causado la división entre el norte y el sur, dado que un dinosaurio emprendedor podría haber caminado desde Alaska hasta México con tiempo suficiente.

El paleontólogo Randall Irmis, del Museo de Historia Natural de Utah y el Departamento de Geología y Geofísica de la Universidad de Utah, y autor del estudio explicó que mediante el análisis de las relaciones evolutivas, la edad geológica y la distribución geográfica de los tiranosáuridos, el equipo determinó que Lythronax y otros tiranosaurios se diversificaron entre 95 y 80 millones de años atrás, en una época en la que el mar interior de América del Norte se encontraba en su punto más ancho.

UNA EVOLUCIÓN EN AISLAMIENTO

La incursión de la vía marítima en grandes partes de baja altitud de Laramidia habría separado en pequeñas áreas de tierra a unos de otros, lo que permite que diferentes especies de dinosaurios evolucionaran en aislamiento en diferentes partes de la masa de tierra.

"Cuando la vía marítima se retiró gradualmente hace 80 millones años, estas diferencias en las especies de dinosaurios pueden haber sido reforzadas por las variaciones climáticas, las diferencias en las fuentes de alimentos (distintas presas y plantas) , y otros factores, una hipótesis que explica por qué los icónicos dinosaurios del Cretácico Superior de Norteamérica occidental son tan diferentes de los de la misma edad en otros continentes.



Según otro de los autores de esta investigación, el doctor Philip Currie, de la Universidad de Alberta, en Edmonton, Canadá, el Lythronax es un "maravilloso ejemplo" de cuánto más hay que aprender sobre el mundo de los dinosaurios. A su juicio, hay muchos fósiles "más emocionantes" esperando a ser descubiertos en el Monumento Nacional Grand Staircase-Escalante.

[Fuente]
http://www.europapress.es

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Agregaciones masivas

por Carlos Domínguez, Josep Maria Gili, Jordi Grinyó.

Ciertas especies de ofiuras forman agrupaciones que favorecen el desarrollo individual, un comportamiento gregario que debió ser más común en el pasado.



Uno de los patrones biológicos más sorprendentes que pueden observarse en la naturaleza corresponde a las agregaciones animales. Estas parecen ser una regla en numerosos grupos: se conocen tanto para organismos microscópicos como para los vertebrados más evolucionados. La teoría ecológica clásica las considera una respuesta evolutiva que favorece a los individuos que las forman, ya que aportan un beneficio claro en términos de información centralizada, protección ante posibles enemigos y mejora de la capacidad de reproducción.

Una de las agregaciones masivas más espectaculares la encontramos en ciertas zonas detríticas de la plataforma continental del Mediterráneo occidental, en profundidades por debajo de los cincuenta metros. Ofiuras de la especie Ophiotrix quinquemaculata se agrupan formando poblaciones locales con densidades de hasta centenares de individuos por metro cuadrado, que llegan a ocupar extensiones de varias hectáreas. Este tipo de agregaciones densas pueden considerarse vestigios del pasado, ya que probablemente fueron mucho más conspicuas en épocas geológicas remotas, cuando la presencia de depredadores era menor. Para esta especie de ofiura, vivir de forma agrupada entraña varias ventajas: por un lado, mejora la estabilidad frente a corrientes fuertes, que podrían fácilmente barrer individuos aislados; por otro, aumenta su capacidad de alimentación, ya que la presencia de tantos brazos ralentiza las corrientes dominantes y favorece la deposición de partículas en suspensión, ingrediente básico de su dieta.

Las partículas de alimento son captadas por los pies ambulacrales y la gran cantidad de espinas que poseen en los brazos. De forma periódica, los restos de comida son recolectados en un bolo alimenticio que se desplaza a lo largo del brazo del animal, aumentando de tamaño conforme se acerca a la boca.

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martes, 5 de noviembre de 2013

Obdurodon tharalkooschild, un ornitorrinco gigante que habitaba Australia hace entre 15 y 5 millones de años.

Hasta el momento, el registro fósil indicaba que el linaje del ornitorrinco era único, con una sola especie en cualquier época de su existencia. Esta imagen ha cambiado con la publicación de un estudio esta semana en el Journal of Vertebrate Paleontology que describe una nueva especie de ornitorrinco gigante extinto, una rama desconocida del árbol genealógico de estos animales, que tendría dos veces el tamaño de los actuales.

Reconstrucción de la especie Obdurodon tharalkooschild. / Peter Schouten.

Ningún mamífero vivo es más peculiar que el ornitorrinco. Cuenta con un amplio pico como el de un pato, piel gruesa como la de una nutria, y patas palmeadas como las de un castor. Asimismo, es un animal monotrema –ya que pone huevos en lugar de dar a luz a crías vivas–, su hocico está cubierto con electrorreceptores que detectan presas bajo el agua, y los machos tienen un espolón venenoso en su pata trasera.

Hasta ahora se conocía tan solo un linaje de esta especie única. Sin embargo, un equipo internacional de investigadores describe, en el último número de la revista Journal of Vertebrate Paleontology, una nueva especie de este animal. Se trata del denominado Obdurodon tharalkooschild, cuyo descubrimiento se basa en un solo diente hallado en el famoso sitio de fósiles Riversleigh, inscrito como Patrimonio de la Humanidad en 1994 y ubicado en el noroeste de Queensland (Australia).

"Los monotremas son el último vestigio de una antigua radiación de los mamíferos de los continentes del sur. Esta nueva especie es una ayuda muy importante en el desarrollo de la comprensión acerca de estos fascinantes mamíferos", asegura Rebecca Pian, autora principal del estudio.

Basándose en el tamaño del diente encontrado, se estima que esta especie extinta habría tenido casi un metro de largo, dos veces el tamaño de los ornitorrincos modernos. Los bultos y surcos en los dientes también proporcionan pistas sobre lo que probablemente comía esta especie.

Ornitorrincos con dientes muy desarrollados

"Al igual que otros ornitorrincos, probablemente era un mamífero mayoritariamente acuático, y habría vivido en y alrededor de las piscinas de agua dulce de los bosques que cubrían la zona Riversleigh hace millones de años", explica Suzanne de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y coautora del estudio. "Obdurodon tharalkooschild era un ornitorrinco gitante con dientes bien desarrollados, que probablemente se alimentara no solo de cangrejos y otros crustáceos de agua dulce, sino también de pequeños vertebrados, incluyendo peces pulmonados, ranas y tortugas pequeñas que se conservaron en el mismo yacimiento".

Por otro lado, mientras que muchos de los depósitos fósiles de Riversleigh se han fechado radiométricamente, la edad precisa del lugar donde se produjo este descubrimiento sigue en duda, y se enmarcaría entre hace 15 y 5 millones de años.

Los fósiles más antiguos de ornitorrinco provenían de rocas de 61 millones de años de antigüedad, halladas en el sur de Sudamérica. Asimismo, se conocían pequeños fósiles de ornitorrinco en Australia en lo que hoy es el desierto de Simpson.

“Antes del descubrimiento de l Obdurodon tharalkooschild, estos fósiles sugerían que los ornitorrincos se hicieron más pequeños y redujeron el tamaño de sus dientes con el tiempo. El ornitorrinco moderno carece por completo de dientes en la edad adulta, y en su lugar tiene láminas córneas en su boca”, apunta la investigación.

El nombre Obdurodon viene del griego 'diente permanente' y fue acuñado para distinguir los ornitorrincos con dentadura extintos de los modernos.

"El descubrimiento de esta nueva especie fue una sorpresa para nosotros, porque antes de esto, el registro fósil sugiere que el árbol evolutivo de los ornitorrincos era uno y relativamente lineal", señala Michael Archer, científico también de la Universidad de Nueva Gales del Sur y otro de los coautores del trabajo. "Ahora sabemos que había ramas no previstas en este árbol, algunas de las cuales dieron lugar a especies gigantes".

Referencia

Pian, R., M. Archer, and S.J. Hand. 2013. “A new, giant platypus, Obdurodon tharalkooschild, sp. nov. (Monotremata, Ornithorhynchidae), from the Riversleigh World Heritage Area, Australia”. Journal of Vertebrate Paleontology 33(6):1-5.

[Fuente]