"El modelo de la bolsa de sorpresas es una pesadilla para el taxónomo y una delicia para el evolucionista. Imagínese un organismo construido a partir de cien características básicas, con veinte posibles formas para cada característica. La bolsa de las sorpresas contiene compartimientos, con veinte cuentas distintas en cada uno de ellos. Para formar un nuevo organismo de Burgess Shale, el Gran Ensartador de Cuentas coge una cuenta al azar de cada compartimiento y las ensarta todas juntas. Voilà, la criatura funciona... El mundo no ha funcionado así desde la época de Burgess Shale. En la actualidad, el Gran Ensartador de Cuentas utiliza varias bolsas separadas, que llevan las etiquetas "plan corporal de los vertebrados", "plan corporal de las angiospermas", "plan corporal de los moluscos", y así sucesivamente. Las cuentas de cada comportamiento son mucho menos numerosas, y pocas (o ninguna) de la bolsa 1 pueden encontrarse también en la bolsa 2. El Gran Ensartador de Cuentas fabrica ahora un conjunto mucho más ordenado de nuevos organismos, pero las travesuras y la sorpresa de sus primeros trabajos ha desaparecido. Ya no es el infante terrible de un mundo multicelular nuevo y bizarro, que forma Anomalocaris con una insinuación de artrópodo, a Wiwaxia con una vaharada de molusco, a Nectocaris con una amalgama de artrópodo y de vertebrado. La historia es vieja, y conforme a los cánones. El que en su juventud fue revolucionario se ha convertido en el apóstol del buen sentido y del diseño estable".
Stephen Jay Gould 2011 - "La vida maravillosa". Ed. Drakontos Bolsillo, p. 265-267.
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