Fue una paleontóloga, coleccionista
y comerciante de fósiles inglesa, conocida en todo el mundo por los numerosos
hallazgos de importancia que realizó en los lechos marinos del período Jurásico
en Lyme Regis, donde vivía.1 Su trabajo contribuyó a que se dieran cambios
fundamentales a principios del siglo XIX en la manera de entender la vida
prehistórica y la historia de la Tierra.
Sus hallazgos más destacados son el
primer esqueleto de ictiosauro en ser identificado correctamente, los primeros dos
esqueletos de plesiosauros en ser encontrados, el primer esqueleto de
pterosaurio encontrado fuera de Alemania y algunos fósiles de peces
importantes. Sus observaciones tuvieron un papel importante en el
descubrimiento de que los fósiles de belemnites contienen sacos de tinta
fosilizada y de que los coprolitos, conocidos como piedras bezoar en esa época,
son heces fosilizadas. Cuando el geólogo Henry De la Beche pintó Duria
Antiquior, la primera escena sobre el tiempo profundo que tuvo una difusión elevada,
se basó en su mayoría en los fósiles que Anning había encontrado y vendió
copias en su beneficio. Su obra fue fundamental en los cambios que ocurrieron a
principios del siglo XIX en las ideas científicas sobre la vida prehistórica y
la historia de la Tierra.
El sexo y la clase social de Anning (sus
padres eran disidentes [protestantes no anglicanos] de clase baja) fueron
razones por las que no pudo participar completamente en la comunidad científica
británica de principios de siglo XIX, dominada por caballeros ricos anglicanos,
y de que no fuera citada en absoluto en sus contribuciones. Aunque llegó a ser
conocida en los círculos de geólogos de Gran Bretaña, Europa y América, tuvo
dificultades financieras durante la mayor parte de su vida.
Vale la pena leer el libro “Las
huellas de la vida”, para conocer mas de la vida de esta maravillosa mujer.