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viernes, 22 de mayo de 2015

Evolución y biodiversidad

“Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio.”
Charles Darwin, en El origen de las especies.


De una forma simple de vida hace 3.500 millones de años, a la gran diversidad de seres vivos hoy en día, la evolución ha tenido, y tiene, un papel importante en la expresión de la variabilidad de vida. Pero, ¿cuáles son los factores evolutivos que han favorecido su generación?

Este artículo recoge el testigo lanzado en ¿Qué es la biodiversidad?, en donde se introduce su concepto y cómo se estudia, y se adentra en la evolución como catalizador de esta.

Evolución y biodiversidad

Todo comenzó hace miles de millones de años con una forma de vida simple, un organismo procariota, unicelular y anuclear, que luchaba por su supervivencia en un mar incubante bajo una atmósfera primigenia reducida y casi carente de oxígeno.

En ese hervor primigenio, que probablemente comenzó en zonas costeras y en fosas abisales con fumarolas gigantescas plagadas de sulfuro de hidrógeno, la vida fue adaptándose a los cambios ambientales de su alrededor con pequeñas variaciones que culminarían decenas de miles de años después en la actual diversidad de seres vivos que conforman nuestro planeta.

Trasladémonos un momento a ese instante en el tiempo en que la chispa de la vida brota para poder tener una visión más global y adentrarnos en los procesos que han permitido, y siguen haciendo, la generación de biodiversidad.



Biodiversidad, microevolución y macroevolución

Como enzimas catalizando reacciones químicas, dos factores evolutivos clave fueron y son los responsables de actuar en la catalización de la biodiversidad: la microevolución y la macroevolución, sin olvidar que tanto el tiempo de evolución como la estabilidad climática son otros dos factores evolutivos influyentes en su generación, ya que inciden sobre los primeros.

Recordemos, por un momento, las diferentes clases de perros que existen: Mastín español, Terrier, Pekinés, San Bernardo, Husky siberiano, Pastor alemán, el Xoloitzcuintle… Ahora pensemos en las diferentes especies de cánidos que habitan y han habitado en el planeta, desde los lobos -y sus variedades el perro y el dingo-, pasando por los coyotes y los chacales, hasta los extintos Canis apolloniensis y Canis dirus. Lo primero se trata de un proceso de microevolución, mientras que lo segundo se trata de un proceso macroevolutivo.

Diferencias entre microevolución y macroevolución en su papel generador de biodiversidad

La microevolución es la que permite y fomenta la variabilidad genética de una especie para que pueda adaptarse mejor a los cambios ambientales y a la colonización de nuevas áreas, como pasa por ejemplo con las cepas de bacterias resistentes a los antibióticos o las diferentes clases de Canis lupus familiaris, pero es la macroevolución la que describe los sucesos de la evolución orgánica a gran escala.

Por tanto, aunque los modelos y procesos macroevolutivos surgen de los correspondientes de la microevolución, poseen cierto grado de autonomía: la aparición de nuevas adaptaciones y especies y las variables tasas de especiación (generación de nuevas especies) y extinción, que se aprecian en el registro fósil, van más allá de la fluctuación de las frecuencias alélicas de las poblaciones, logrando que las estirpes con mayores tasas de especiación y menores de extinción produzcan la mayor diversidad de formas. Los ecólogos utilizan el índice de diversidad gamma para medir los fenómenos que se dan a escalas espaciales muy amplias, que reflejan sobre todo procesos evolutivos.

En conclusión, la riqueza de formas de vida que han conformado y conforman nuestro planeta Tierra, desde las arqueobacterias y los dinosaurios hasta el ser humano, es debida a la microevolución y a la macroevolución, sin olvidarnos que el clima y el tiempo de evolución también juegan un papel importante en la generación y el grado de la diversidad de vida, o biodiversidad.



Fuente
Evolucióny biodiversidad, por Eva Bonastre


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